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La industria cultural explicada
Hay tantos malentendidos apasionantes sobre algunos conceptos de la teoría crítica acerca de la industria cultural. El ensayo «La industria cultural – La ilustración como engaño de masas», que Adorno escribió en su exilio en Estados Unidos en la década de 1940, es desde hace tiempo un clásico, pero es algo más notorio que famoso en los seminarios correspondientes. Que sus tesis sobre la industria cultural son poco complejas, exageradas y conservadoras desde el punto de vista cultural es una de las objeciones más comunes. Al menos Adorno aceptó de buen grado la acusación de exageración, que él mismo calificó como una de sus máximas para exagerar lo sombrío con la certeza de que el único embellecimiento es el medio de la verdad actual (Adorno 1959). Una de sus tesis «exageradas» critica la cultura de masas.
El primer paso del documento es revisar la literatura sobre el tema y comprobar las investigaciones actuales. El objetivo es ver cómo otros investigadores han abordado el problema. A continuación, se describen los puntos cruciales de la industria cultural. El siguiente paso es mostrar el potencial subversivo que tiene la cultura pop. Después, se dará un ejemplo explícito con el impacto que la cultura del jazz tuvo en el movimiento de los derechos civiles de los afroamericanos. El trabajo se completará con una conclusión. En ella se recogerá el enunciado de la tesis. La conclusión también incluirá la relevancia política del tema y la falta de cultura dentro de la ciencia política.
La industria cultural ensayos seleccionados sobre la cultura de masas pdf
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El término industria cultural (en alemán: Kulturindustrie) fue acuñado por los teóricos críticos Theodor Adorno (1903-1969) y Max Horkheimer (1895-1973), y fue presentado como vocabulario crítico en el capítulo «La industria cultural: La Ilustración como engaño de masas», del libro Dialéctica de la Ilustración (1947), en el que propusieron que la cultura popular se asemeja a una fábrica de producción de bienes culturales estandarizados -películas, programas de radio, revistas, etc.- que se utilizan para manipular a la sociedad de masas hacia la pasividad[1] El consumo de los placeres fáciles de la cultura popular, puestos a disposición por los medios de comunicación de masas, hace que la gente sea dócil y esté contenta, independientemente de lo difícil que sea su situación económica. [El peligro inherente a la industria cultural es el cultivo de falsas necesidades psicológicas que sólo pueden ser cubiertas y satisfechas por los productos del capitalismo; así, Adorno y Horkheimer percibieron especialmente la cultura producida en masa como peligrosa para las altas artes, más difíciles desde el punto de vista técnico e intelectual. Por el contrario, las verdaderas necesidades psicológicas son la libertad, la creatividad y la felicidad genuina, que remiten a una demarcación anterior de las necesidades humanas, establecida por Herbert Marcuse[2].
Baja cultura
Los teóricos de la Escuela de Fráncfort Theodor Adorno y Max Horkheimer realizaron una incisiva crítica de la cultura moderna a través de su obra La dialéctica de la Ilustración, en la que introdujeron el término «Industria cultural» para describir las formas culturales de masas que, a raíz del capitalismo, transforman al individuo de sujeto pensante y con capacidad de discernimiento en consumidor irreflexivo y pasivo. El ensayo La industria cultural: La Ilustración como engaño de masas es una denuncia implacable de las banalidades de la cultura de masas manipuladora y una crítica al racionalismo de la Ilustración, que se considera cómplice del totalitarismo y del capitalismo.
La industria cultural se refiere a las organizaciones comerciales y estatales de las artes y los medios de comunicación comprometidas con la producción directa, el patrocinio, la exhibición y la distribución de bienes y servicios culturales (como exposiciones, eventos deportivos, libros, periódicos y películas). En el ensayo de Adorno, se considera que las formas y efectos de la cultura de masas sirven a los fines de la mercantilización y duplican las relaciones sociales del capitalismo en el ámbito de la ideología. Adorno señala que la Ilustración se había propuesto traer el pluralismo y la desmitificación mediante la aprobación de la racionalidad, pero en cambio la sociedad ha sufrido una gran caída al ser corrompida por la industria capitalista con motivos de explotación. El término «industria cultural» capta fácilmente la suposición marxista de que las formas culturales como las pinturas, las óperas y las películas no son diferentes de otros productos de consumo como los coches o los televisores, afirmando así la creencia marxista de que la cultura no es algo abstracto producido por un genio individual, sino un producto de las condiciones sociales y económicas de la sociedad.
Industria cultural de las píldoras de plástico
Theodor Adorno fue uno de los filósofos más importantes del Instituto de Investigación Social, la «Escuela de Frankfurt», que floreció en la Alemania de Weimar. Amigo y alumno del compositor vienés Alban Berg, Adorno era también musicólogo. Junto con muchos miembros del Instituto, emigró a Estados Unidos durante la época nazi. Continuó con su crítica a la cultura burguesa, contribuyendo a la Personalidad Autoritaria en 1950. Junto con su amigo y colaborador, Max Horkheimer, regresó a Fráncfort en 1953 y restableció el Instituto. Su último gran escrito, Negative Dialektik, se publicó en 1966. Murió en 1969.
Quiero revisar la concepción de Adorno sobre la «industria cultural» tal y como se encuentra en tres escritos. El primero es el ensayo «Sobre la música popular», que se publicó en el órgano del Instituto, Estudios de Filosofía y Ciencias Sociales, Vol. IX, nº 1. Este ensayo resumía los estudios de Adorno sobre la música popular y prefiguraba inmediatamente la aparición de la teoría de la industria cultural.